Podemos considerarla una gran ciudad.
Muy extensa, con todos los servicios y mucho ambiente, sobre
todo juvenil (si no es una ciudad universitaria, lo parece).
El centro es prácticamente peatonal y los alrededores
intransitables en coche, así que la opción ideal es el tranvía. Pasa por el
centro y los monumentos más importantes y disponen de tarifas bastante
económicas (como tarifas planas a partir de las 19 horas o similares).
A las afueras se encuentra la Ciudad del Vino, y, a no ser
que quieras visitar el museo o comer/cenar en algún restaurante de la zona, no
merece la pena que te acerques hasta ahí.
Comenzamos la visita a la ciudad por la Porte d'Aquitaine. A
sus espaldas, las principales calles peatonales repletas de tiendas te llevan
al centro de Burdeos.
Lo siguiente que fuimos a ver fue la Cathedrale de Bordeaux
y de aquí bajamos a la ribera del río, pasando por delante de la Porte de
Cailhau.
El río que transcurre por Burdeos es el Garonne. A su paso
por la ciudad es prácticamente de barro (el agua no tiene un aspecto
precisamente claro...) pero por lo menos no huele mal. Es muy grande
(ancho, largo y profundo), por él pasan
hasta cruceros.
Junto al río está el Miroir d'eau, que se supone que hace de
espejo de la majestuosa Place de la Bourse.
Poco más adelante y paralelo al río, pasamos por la Place de
la Comedie (frente a la Ópera) hasta llegar a la Place Quinconces y su
Monument aux Girondins.
Acabamos en el Jardín Botánico, un pequeño pulmón entre las
calles de Burdeos.
Al otro lado del Garonne no hay mucho: Église Sainte Marie
de la Bastide y en la Place de Stalingrad,un león azul que llama la atención.
También es interesante la vista de la ciudad desde esta
parte de Burdeos.