Es un pueblo "grande" para lo que se estila por el Norte.
Si bien, lo principal que hay que ver, no te lleva mucho tiempo.
En mi caso, me alojé en el Parador y eso ya es una visita en sí, ya que es el propio Monasterio San Vicente do Pino.
En mi caso, me alojé en el Parador y eso ya es una visita en sí, ya que es el propio Monasterio San Vicente do Pino.
Me parece que está en muy buen estado de conservación y, aunque todo reformado, mantiene lo que es la esencia de lo antiguo.
Puedes sentarte en el patio interior a tomar algo.
Justo al lado del Monasterio está la Torre del Homenaje. Deciros que hay un pequeño parking, pero si hay misa o es una hora con afluencia de gente, os puede ser complicado aparcar.
Podéis dejar el coche en la cuesta.
A la Torre se puede subir por 1.50€. Está bien acondicionado hasta el último tramo de escaleras, que cada escalón es gigante y es un pelín peligroso.
Luego las vistas sí merecen la pena.
De camino al alto donde se encuentra el Monasterio/Parador y la Torre, hay un pequeño Santuario hecho en la misma roca.
Más hacia el centro tenemos el Puente romano y el Puente medieval (uno a continuación del otro) que pasan por encima del Río Cabe.
En uno de los lados del Puente medieval se encuentra el Museo de las Clarisas.
Siguiendo la ribera del río llegas al Parque de los Condes, que da justo al Colegio del Cardenal.
Delante está la Plaza da Compañía, donde parecía que era el lugar de más ambiente.
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