Es un pueblo grande, que aparentemente se ve como un pueblo pesquero y un poco pobre. Pero toda esta imagen se esfuma cuando subes al mirador del Monasterio de Santa Luzia y te encuentras rodeado de bosque y la inmensidad del mar.
Puedes subir por la carretera, en funicular, y también hay sendas para subir andando, pero es largo (no como para dar un paseo).
En lo alto se puede aparcar, hay bastante sitio, lo único que tenéis que tener cuidado con los gorrillas, que esperan cualquier oportunidad para sacarte dinero.
Por lo demás, no tiene mucho más que ver, pero si os pilla de paso, os recomiendo que os paséis por aquí.